martes, 28 de octubre de 2014

Delicada reina



La sensación de mirar al cielo la mitad de la noche, bajar la mirada y escuchar “Ahora”, 32 años sin ver estrellas fugaces. El cuento de una vida en detalles tontos, insignificantes. La peca de su hombro, la del cuello, la mejilla… Cuando la mirada se pierde, ganamos y añoramos lo que se queda la retina.

Te sentaras a ver pasar el tren a sabiendas que fue de gilipollas dejarla marchar. Y no consuela saber que la luna sale cada noche, porque el que pierde los días mirándose los pies eres tu. Que le jodan al cielo y las fugaces, la futilidad se hace yunque cuando el yonki de sus líneas eres tu.

Acabarás perdido mil veces. Sobre las curvas de sus caderas, la caida del canal de su senos y los arcos de sus cejas. Con tus pupilas caerás preso del pelo al pomulo, del hombro al ombligo y de la ingle al tobillo... Lo querrás todo, anhelando beber de sus labios. Acariciaras su cuello con el dedo, remordimientos en un puño, sobre el frío de la pantalla… Mil viajes al año y te pierdes el que más importa. Pedir permiso es de idiotas, ya te diste cuenta. Para el próximo café primero vuela, luego, llora la consecuencia.

Añoraras su piel cada noche, mirando hacia el sur. Pasan los meses y ahora sabes que de vuestras charlas solo quedas tu. Inalcanzable... se fue tu luz.

Desearás pasear tus dedos por su nuca, enredarte en su pelo. Morirás por apoyar su cara sobre tu hombro. Tranquilizarla... Como si de su sonrisa dependiera el mundo y las estaciones fueran esclavas del carrusel de su montaña rusa. Pavimentaras las calles de su rutina de latidos de corazón en tu cabeza, pues no la cuidaras nunca. En esta vida y la siguiente, cuando los océanos se rozan no se mezclan las corrientes.

Te volverás arisco al borde del risco, funámbulo, al filo del abismo. Esperarás, frustrado sin tenerla, balanceando tu autismo.

Suplicaras al destino, las clemencias de la suerte. Rezaras al improbable, esperando impaciente… Pero que hacer? No hay lugar en el mundo más anhelado que el hueco de sus manos, lugar en el mundo mas deseado que el beso de sus labios. Lucharas contra ti mismo. Tu yo altruista ganando por genocidio al egoísta. El anhelo maltratado por su ausencia. Pondrás tu silencio de rodillas a la merced de la quietud, pues no hay elección, si su elección no eres tu.

Te morderás tanto la lengua que te sangraran las alas, confesaras en odas de whatsapp y facebooks esporádicos. Fantásticas ocurrencias malgastadas, inspirara tus mejores versos…

Torturado. No captaras su atención ni haciendo el fakir. Podrás clavarte su mirada en los huesos, la distancia será la misma. Inalcanzable sur, implacable resolución. Lo que mas admiras de ella, detrás de la cordura, será tu perdición. Te consuelas contemplando el mundo que recreas en cada foto, ves el morir de los días, el mártir de la rutina soñando tus deseos. Noches en vela, a la deriva con las sábanas a solas, entre las ganas de abrazarla y abrazarla sudoroso. Cuando el deseo besa el cariño, el cúmulo en su súmmum son noches sonámbulas.

Es agridulce saberla en el mundo, sin días que no agradezcas su existencia, ni noche que no maldigas la distancia. Es amargamente dulce saberla aquí. Mirando por el prisma su luz, es arcoiris, al cerrar los ojos, solo, el color huye la matriz.

Triste pintor de fortunas con tus mundos de palabras. Tienes mas dialogos con tu ego que con ella. Delirios de grandeza, tu, tan fiel amante, alardeas de hacer brotar de la mierda rosas. Ante la más hermosa no puedes más que quejarte... vomitar prosas.

El peso es grande. La felicidad inmensa. Y aunque la meta sea imposible, acogedores son sus besos en abrazos que inventas. Seguirás soñando, inalcanzable. Robandole sonrisas, destellos en balde, añorando.

Mudo… El mundo es todo un mundo a sus pies. Bajo el yugo de su piel, uno, escala las urbes para bajar de las nubes los cielos a sus pies.

Rasgos que son retinas, ojos chicos, sueles estar tu. Eres mis párpados... tu y tu melena, tu y tus miradas, duras, amansa bárbaros. Matas a fuego lento, esclavo de cada curva, suplicios del silencio la pluma turbas.

Ondas expansivas, aguas de tranquilidad, confesiones explosivas y la futilidad… Mañana muero… Al son de tus palabras, no tengo tiempo y me malgastas... Cautivo por tu mente, preso de tus piernas.
Atormentando la espera y torturas sin saber, las tormentas, las espinas, escondidas en la piel.
Ásperos… Los sabores de los sueños. Despertar me dolera.
De mi temor a volar y asustarte... La pluma no caerá.

Pero vuelo, habrá tiempo para estrellarme.
Naufrago de las alturas, esperando mi rescate...
Delicada reina.

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