viernes, 28 de noviembre de 2008

El charco

Al principio tan solo fuiste el refugio de mis juegos,
Cuando juntando los pies mano a mano con mi hermano,
Saltábamos en tus aguas para hacer rabiar mi madre.
De agua o de barro, y sucios como salvajes,
Contenías renacuajos, lombrices, ranas y sapos,
Antes de volverte rana los recuerdos eran bonitos.

Te convertiste en compañero inseparable de mis manos
Al unirse con la cabeza cuando intentaba rehacer el mundo
Con mis porqués, la incomprensión de mis ojos húmedos
Solían verte nacer entre mis pies el mundo hundido,
Esperanzas resquebrajadas por la separación de dos padres,
Cuando inmoral tu te nutrias de lagrimas en desmadre.


Luego tu fuiste distancia, y meta que alcanzar,
Fuiste costas de tierra prometida que anhelar,
Y la volatilidad del recuerdo y el Azufre,
Resuelto en la marcha pero preso aquí se sufre,
El Azar de mis dudas, playas de mejor despertar,
Desiertos de recuerdos de calles sin asfaltar.

Fuiste la separación, lejanía de los ojos,
Las penas del corazón, y el alivio de despojos,
Imágen por olvidar, cuando fuiste crueldades,
Siendo fiel consejero, déspota de obviedades.
En todo caso tu fuiste de mal en paciencia,
Aunque por mal que venga, fuiste madre de las ciencias.

Así que hoy eres la mezcla de todo esto a la vez,
Lagrimas por momentos en el añorar de su faz,
El conformar de su voz separados por un muro
Tumbado de un mar de olas que a veces nos deja mudo.
Aun empañas mis bambas la cabeza entre las manos,
Pero sigo siendo el niño saltando los dos pies juntos.

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